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COMER SOLO

¿SOLITUD ELEGIDA? 

Comer siempre ha sido considerado un acto de congregación, un espacio para compartir y formar parte de este movimiento constante en la mesa, el ir y venir de manos, el diálogo entre comensales, un momento para no perderse la oportunidad de probar nuevos platillos y de disfrutar la tan ansiada sobremesa al terminar; pero ¿qué sucede cuando este acto pasa de una práctica grupal a una en solitario?

 

El comer a solas se ha vuelto una actividad muy cotidiana donde múltiples factores como los horarios ajustados, la falta de tiempo, la solitud elegida como oportunidad de introspección, o incluso una cuarentena impuesta han fomentado el cambio a esta creencia de que la comida o los alimentos no pueden disfrutarse si no son en compañía.

 

A lo largo del tiempo la soledad ha tenido una mala popularidad, algunos asocian al acto de estar solo como algo malo, es señalado y en algunas veces cohíbe a aquellos que la practican voluntariamente. Pero en un escenario donde el estar solo ya se vuelve parte de nuestra cotidianidad, ¿de qué manera podemos familiarizarnos y disfrutar el comer en solitario sin caer en estos juicios?

 

De una perspectiva personal, hay quiénes disfrutan mucho el acto de comer solos, lo encuentran terapéutico, recreativo, de introspección, de intimidad, un espacio donde las elecciones las hace uno mismo y donde no hay necesidad de hablar ni intrusos robando de nuestro plato. Lo ven como herramienta quizá para controlar lo que ingieren, para terminar más rápido, o incluso se enfocan más en sus pensamientos y el disfrutar de la comida más que en la compañía misma.

 

En estos momentos donde todo es mejor de lejos, ¿cuáles son las probabilidades de volver a experimentar estas reuniones donde se vuelve un deporte el juntar mesas para sentar a todos? ¿Regresaremos a recorrernos y pegarnos para hacerle una “canchita” al siguiente invitado? 

 

En tiempos donde el aislamiento es de las opciones más seguras y donde la interacción es más limitada, es momento de conocer la experiencia real de abrazar la solitud, algunos tenemos la oportunidad de experimentarlo en casa al vivir o pasar mucho tiempo a solas, otros deben tomar ese tiempo para decidir aislarse y pasar el tiempo consigo mismos. De cualquier manera, démosle la oportunidad a averiguar que tan buena compañía podemos ser, no sólo para los demás sino para nosotros mismos.

 

Cito aquí una frase de Françoi Sascher: “Poder estar solo es, sobre todo, poder comer solo”.

Texto: Diariocomo 

Ilustraciones: @viri.days 

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